
Ya en bachillerato tuve conocimiento de la existencia en Riotinto de una de las minas de cobre mayores del mundo, creo que la segunda, pero fue mi afición al ferrocarril lo que allá por mayo de 1978 me llevó a conocer esta zona que me dejó totalmente subyugado por dos motivos: La extraña belleza de aquel paisaje que califiqué como de otro planeta, algo que la NASA compartiría años más tarde…

y su extraña soledad porque recorrí todas las instalaciones de aquel viejo ferrocarril, cuya actividad había cesado un año antes, me introduje en sus talleres entre las antiguas locomotoras y vagones y no encontré a nadie. Parecía como si todo hubiese sido abandonado precipitadamente ante alguna desconocida amenaza.

A lo largo de su existencia el pueblo de Riotinto ha sido destruido y reconstruido varias veces en función del avance de la mina. En el Museo Minero una gran maqueta muestra como era en 1882…

y aquellas instalaciones que yo conocí en 1978 corrieron la misma suerte. La carretera fue desviada, los talleres y cocheras fueron abandonados y sus ruinas están hoy a punto de ser engullidas por la inmensa montaña de estériles de la mina de Cerro Colorado.

Durante años he indagado para conocer la apasionante historia de Riotinto, que entre 1873 y 1954 fue «colonia inglesa» y al menos una vez al año voy por allí y recorro los distintos puntos que para mi tienen especial interés histórico o paisajístico.


El Museo
Mis visitas comienzan por el museo, que es también el centro de recepción de visitantes y está ubicado en lo que fue hospital de la Rio Tinto Company Limited, construido entre 1925 y 1927 para atender las necesidades sanitarias de los empleados de la mina e incluso de aquellos que no siéndolo carecían de medios, para los que había un determinado número de «camas de gracia».

En relación con esta antigua e importante función sanitaria puede contemplarse una reconstrucción del quirófano y un libro registro de las intervenciones realizadas en noviembre de 1911, diez en un sólo día.


En las salas dedicadas a la arqueología se exponen piezas halladas durante el periodo de explotación que demuestran que ya se extraía cobre allí hace miles de años, entre ellas hay muchas de la época romana, que conjuntamente con la reproducción de una galería minera con elementos de la época, entre ellos los dispositivos utilizados para la extracción del agua, nos permiten conocer como era la Riotinto romana.


En otra zona dedicada a la mineralogía y su explotación, podemos ver las máquinas y herramientas utilizadas así como diversas muestras de los minerales extraídos.



Por último, no podía faltar un área dedicada al ferrocarril que durante casi un siglo permitió el transporte del mineral hasta el puerto de Huelva, en la que además de piezas menores…


se exhiben un par de locomotoras, una de ellas una rara locomotora grúa y el vagón del Maharajá…

considerado el vagón de vía estrecha más lujoso del mundo, que fue construido en Inglaterra para un viaje de la reina Victoria a la India que finalmente no se realizó y se trajo a Riotinto para una visita del rey Alfonso XIII a estas minas.


El tren turístico
Finalizada la visita al museo lo que procede es darse un paseo en el tren turístico, que tiene su estación de partida en el lugar conocido como Talleres Mina, muy cerca de lo que fueron sus antiguos talleres, a la izquierda de la carretera que une Nerva con Riotinto.

Tras el cierre del ferrocarril el material permaneció muchos años abandonado y gran parte se vendió como chatarra, la mayoría a un chatarrero de Zaragoza, donde una de esas locomotoras, la 61, pude verla en 1998 convertida en monumento en la calle Valle de Broto de la capital maña.



Afortunadamente algo quedó en Riotinto y de aquel material se han restaurado dos locomotoras de vapor, la 14, de 1875 y por tanto la más antigua en funcionamiento en España y la 51, conocida como «la Maldita», por ser la que según cuentan remolcó el tren con el que se deshicieron de los cadáveres de la masacre acaecida durante la revuelta social de 1888, desde entonces conocido como «el año de los tiros». El primer domingo de los meses de noviembre a abril una de estas locomotoras remolca el tren turístico en un viaje de diez kilómetros ida y vuelta, entre la estación de partida y los talleres situados en Las Zarandas.



También se restauraron tres locomotoras diésel que fueron con las que, tras reacondicionar algunos kilómetros de vía, se iniciaron los viajes de este tren turístico a los que no puede sustraerse quien quiera conocer a fondo la historia y el entorno de Riotinto. Con locomotora diésel el viaje es hasta Los Frailes y personalmente siempre elijo esta posibilidad porque además de ser más largo, veintidós kilómetros ida y vuelta, permite conocer una parte del recorrido que este ferrocarril realizaba siguiendo el curso del río Tinto hasta la población de Niebla.

Durante el viaje de ida un guía va explicando a los viajeros los distintos lugares por los que el tren va pasando, que al principio son zonas de escoriales en las que las escorias de la fundición han formado auténticas montañas con tonalidades que van del negro más oscuro al amarillo más chillón y, como no, la continua compañía del Tinto al otro lado del cual aún se conserva parte de una calzada romana.


Algo más adelante, a mitad de la gran curva que describe la vía, se encontraba el poblado de La Naya, del que sólo queda la ruina de lo que fue su panadería y el cementerio y allí mismo desde el tren aún puede verse al fondo la entrada del túnel 16, de más de cinco kilómetros de longitud, por el que se accedía al nivel 16 de Corta Atalaya, en el que se utilizó la locomotora eléctrica ahora exhibida en el museo.

A continuación el tren corre, es un decir, por Las Zarandas, donde se ubican ahora los talleres y en cuyo exterior puede verse parte del material preservado y pendiente de restauración, entre el que destaca una potente locomotora doble, tipo Garrat, que fue una auténtica excepción en ferrocarriles de vía estrecha y que si fuese puesta en orden de marcha atraería a aficionados al ferrocarril de todo el mundo, pero no está la economía para semejantes dispendios y ni siquiera se llegó a restaurar estéticamente.


El andén lateral de esos talleres se dotó de una marquesina y sirvió como decorado de estación en la película «El corazón de la tierra» dirigida por Antonio Cuadri en 2007, basada en la novela homónima de Juan Cobos Wilkins sobre los trágicos sucesos ya mencionados y acaecidos en el «año de los tiros».


Pasados los talleres se ve lo que da nombre a la zona, las ruinas de «las lavadoras» donde originariamente se cribaba y lavaba el mineral y las «balsas de cementación» donde se mezclaba con hierro, sobre el que el cobre iba formando una especie de cascarilla que luego era extraída.


A partir de aquí el tren abandona ya la zona minera y el paisaje cambia radicalmente. Ahora circula siguiendo el curso del río entre el rojo de sus aguas y el verde intenso de los pinares.



Entre el río y la vía un camino pedregoso ofrecía la posibilidad de hacer el recorrido andando y de hecho lo hicimos en varias ocasiones, dejando el coche primero en Las Zarandas y posteriormente en La Naya cuando se instaló allí una cancela, pero actos de vandalismo y robos motivaron la colocación de una nueva barrera unos dos kilómetros antes de llegar a los talleres, con lo que la ruta se alargaba cuatro kilómetros que para algunos ya resulta excesivo.


Aparte del hecho excepcional de viajar en un tren con material de más de un siglo de antigüedad, la vista que desde el tren se tiene del río y la sierra justifica sobradamente la realización del viaje,


El final del trayecto se encuentra en la estación de Los Frailes, un paraje solitario en el que construyó una mansión Mr. Walter Browning, director de las minas entre 1908 y 1927 y conocido como «El Rey de Huelva» por su despotismo, que llegó a tal extremo que fue la propia dirección de la compañía la que le ordenó dejar el puesto y no volver más por la comarca, a continuación de lo cual demolió y arrasó cuanto había construido en Los Frailes para que no quedara recuerdo alguno.

En Los Frailes el tren permanece alrededor de media hora, tiempo necesario para realizar la maniobra de cambiar la locomotora de un extremo al otro del convoy para el viaje de vuelta.


Ese tiempo es aprovechado por los viajeros para acercarse a la orilla del rio y contemplar de cerca sus singulares aguas con cuidado de no mojarse ni mancharse con ellas, así como la recuperación de toda esta serranía que fue pasto de las llamas en el gran incendio forestal de 2004, a la que primero las jaras y luego los eucaliptos han devuelto el color verde perdido durante muchos años.

La contemplación termina cuando el silbato de la locomotora avisa de que hay que regresar al tren porque en breve va a iniciar su marcha hacia la estación de partida.

Peña del Hierro
La visita continúa con el desplazamiento hasta las proximidades del vecino pueblo de Nerva para visitar la mina de Peña del Hierro que como el resto de minas de la zona finalizó su explotación a cielo abierto y tras su cierre, también como las restantes, al no realizarse labores de extracción del agua resultó inundada.

Tras una ligera explicación mediante un audiovisual en el centro de visitantes, el acceso para visita se realiza a través de un antiguo túnel ferroviario de unos doscientos metros, en el que se pueden ver distintos tipos de entibado y como las filtraciones de agua van dejando su huella mineral en las paredes.



Al final del túnel se abre un pequeño balcón prácticamente a nivel de la capa freática, en el que el visitante se sorprende por el color rojo del agua y sobre todo por la variedad de colores existentes en la pared de la corta, que denotan la cantidad de minerales distintos de este filón.


Acabada la visita ya es hora de comer y, aunque en el pueblo hay varios restaurantes con menús muy asequibles en los que hemos estado otras veces, en esta ocasión optamos por un picnic en la zona de recreo que hay a unos doscientos metros del centro de visitantes, en un mirador del sendero que recorre el entorno de la corta, desde el que mientras reponemos fuerzas podemos disfrutar de esta magnífica vista aérea.

Unos cientos de metros antes de llegar a Peña del Hierro o después de dejarla, donde el camino se estrecha por ser la explanación del ferrocarril que, por desavenencias con la RTC, construyó Peña del Hierro Mine para llevar el mineral al puerto de Sevilla enlazando en El Ronquillo con el Ferrocarril de Cala, un monolito indica que es el lugar donde nace del río Tinto cuyas aguas, las mismas que han inundado la mina, emergen de la tierra formando pequeños arroyuelos con su color y acidez características, lo que contradice la antigua creencia de que era un río contaminado por la actividad minera.



Cerro Colorado
De las actividades programadas aún nos quedaba visitar la Casa 21 de Bellavista y Corta Atalaya, pero como teníamos más de una hora de margen, nos fuimos a ver la mina de Cerro Colorado desde el magnífico mirador ubicado a un kilómetro de Riotinto en la carretera que sale hacia Aracena desde la rotonda donde han colocado «La Gilda» 201, apodo con que se conocía a estas locomotoras de la serie 200 que llegaron cuando estaba en su apogeo la película de Rita Hayworth.

Cerro Colorado fue la última mina que mantuvo su actividad, cerró en 2001 y como todas se convirtió en un inmenso lago.

De aquella etapa queda como recuerdo una excavadora que, pese a estar muy cerca del mirador, no te haces idea de su tamaño real hasta que una persona se sitúa junto a ella, cosa que ahora no es posible y compruebas que en su «cuchara» cabrían holgadamente media docena.

En 2015, tras catorce años de abandono, con el alza en los precios del cobre Atalaya Mining volvió a abrir la mina. Se desecó la corta y comenzó de nuevo la actividad extractiva…

y ahora es impresionante ver como gigantescos camiones volquete con una escalera más propia de un ático para acceder a su cabina…

descienden por las rampas hasta alcanzar la bancada donde se sitúa el tajo precedidos de un no menos gigantesco camión cisterna que va regando para que no se levante polvo.

El barrio de Bellavista. La Casa 21.
Llegada la hora volvimos para hacer una visita a Bella Vista, lugar de residencia del personal inglés con viviendas de 350, 500 y 750 metros cuadrados asignadas según el cargo que desempañaban en la empresa y situado en la parte más alta, a salvo de «la manta», como se denominaba a los humos sulfurosos que producía la calcinación del mineral en las llamadas teleras, un método de obtención del cobre prohibido en Inglaterra por sus nefastas repercusiones en la salud y en la vegetación de la zona, pero que seguía utilizándose en Riotinto y fue el origen de la posiblemente primera manifestación ecologista que derivó en la matanza de 1888.


En este barrio totalmente cercado por una muralla y con las entradas protegidas por casetas de vigilancia, al que sólo tenían acceso los ingleses y el personal nativo que estaba a su servicio, se puede visitar la casa número 21 de dos plantas y buhardilla…

que se conserva amueblada tal como estaba habitada por los ingleses cuando dejaron la mina en 1954, lo que nos permite comparar la vida de comodidades y lujo de la colonia inglesa con las penalidades que sufrían los españoles de la comarca que, no obstante, disponían de servicios como el hospital, escuela para sus hijos o economato de los que carecían los habitantes de los pueblos del entorno.



Aún se conserva la capilla presbiteriana, con su arquitectura típicamente escocesa de una sola nave con ventanas ojivales con vidrieras y tejado a dos aguas de teja plana y pequeños pináculos, en cuyo interior el personal que acudía a los servicios religiosos debía sentarse también conforme a la jerarquía de la empresa.

En el centro de la barriada y con el mismo tipo de arquitectura, se conserva el Club Social, con sus instalaciones deportivas exteriores de piscina y pistas de tenis y en el interior el restaurante, varios salones y la biblioteca, todo ello en tiempos reservado exclusivamente para el personal ingles de la compañía…

y en el que, como curiosidad, hay que reseñar que hasta los años noventa del pasado siglo se mantuvo la sala «men only», en la que según la costumbre inglesa estaba rigurosamente prohibida la entrada a las señoras.


Corta Atalaya
Y por último el plato fuerte del día, al menos para mi, fue la visita a Corta Atalaya, durante mucho tiempo el segundo mayor agujero del mundo construido por el hombre y que en 1986 presentaba este aspecto…


y este otro en 1997 que fue ultima vez que pude visitarla y obtuve esta imagen irrepetible, porque poco a poco se fue inundando hasta casi el nivel 16, justo en el que se abría el túnel mencionado al hablar de La Naya en el apartado del tren turístico y en el puede verse una locomotora, la 50, apenas como un punto negro a media altura en la parte derecha y ampliada en el recuadro con una imagen encontrada en internet, que sirve de referencia para hacerse idea de las dimensiones de la corta.

En julio de 2021, tras un acuerdo con la compañía minera, se ha abierto de nuevo a las visitas como parte del paquete de actividades que ofrece el Parque Minero de Riotinto y yo no podía desperdiciar la oportunidad de visitarla. Este es su aspecto actual.

La locomotora sigue allí en la primera bancada sobre el nivel del agua, por ahora, porque si se observa el lado opuesto puede verse un pantalán en el que se han instalado bombas y se ha iniciado un proceso de extracción del agua, que se utiliza en el procesado industrial del mineral de Cerro Colorado y que una vez finalizado permitirá a Atalaya Minning reanudar también la extracción en esta corta.
Epílogo
Hasta aquí esta entrada sobre la visita a Riotinto, pero si se va por Huelva capital es interesante completar el conocimiento sobre la estancia de los ingleses en esta zona visitando el Barrio Reina Victoria, construido por RTC para su personal de las instalaciones de la capital…



y por supuesto, el Muelle del Tinto, una magnífica obra de ingeniería para el embarque del mineral que ha sido restaurado hace algunos años.



Senderismo por la Vía Verde de Riotinto
El tramo del ferrocarril de unos seis kilómetros comprendido entre Los Frailes y la siguiente estación, Berrocal, se ha reconvertido en 2019 en Vía Verde y discurre íntegramente por la margen derecha del Tinto. El acceso debe realizarse por la que fuera estación de Berrocal, situada en la carretera provincial HU-5104 que une la N-435 con esta población ya que, como se ha mencionado antes, el acceso a Los Frailes desde Riotinto está prácticamente bloqueado, salvo para el tren turístico.




Nota:
Algunas de las imágenes que ilustran esta entrada corresponden a distintas visitas realizadas durante muchos años, aunque lo mostrado, salvo que se indique lo contrario, permanece igual.
Bibliografía:
- LOS FERROCARRILES EN LA PROVINCIA DE HUELVA. UN RECORRIDO POR EL PASADO – El ferrocarril minero de Riotinto (Juan Manuel Pérez López – Universidad de Huelva)
- NUNCA EN EL CUMPLEAÑOS DE LA REINA VICTORIA: HISTORIA DE LAS MINAS DE RIOTINTO (David Averty – Editorial Labor)
- EL CORAZON DE LA TIERRA (Juan Cobos Wilkins – Plaza y Janés)
Filmografia:
- EL CORAZON DE LA TIERRA (Antonio Cuadri, 2007)
- EL LATIDO DE LA TIERRA (Documental)